11 agosto 2011

Maratón Escritura día 3

¡Hola de nuevo!
Ayer no pude publicar porqué blogger no me dejaba por eso hoy pongo el día 3 de la maratón :)
¡Por fin he escrito cinco páginas y un cachito más!
Está noche o después pondré la entrada correspondiente al día 4. 
Aun que no garantizo nada ya que siempre voy justa de tiempo ^^"
En fin, espero que os guste 
y vuestros comentarios :D



La vida de Ainhoa

Capítulo 5

Después de un extraño fin de semana Ainhoa se despierta para enfrentarse al trabajo en la fábrica. Al menos allí podrá contarle a su compañera Irene lo sucedido, podría decirse que ella era su única amiga. 
Aun que ni si quiera sabe por dónde empezar, y es que había sido un fin de semana lleno de emociones distintas y muchos sentimientos contradictorios.
Al llegar a la fabrica muchas de sus compañeras estaban en la puerta leyendo algún cartel que no alcanzaba a leer desde el coche. 
Aparcó y se acercó, pensando en que pasaría para que hubiera tanto alboroto.
-¡Ainhoa! -Era Irene que estaba con las demás en la puerta.
-Hola Irene. ¿Por qué tanto alboroto? -Preguntó.
-Ven y lee esto.

“Informamos a todos los trabajos de la empresa que dentro de dos semanas aproximadamente se producirá el cambio de director. 
En consecuencia de ello se harán entrevistas con algunos de los trabajadores.”

Ainhoa acaba de leer sabiendo lo que eso significa, el nuevo jefe querrá conocerlos para decidir a quién despedir.
Tendrá que tener cuidado si no quiere que la despidan, ella solo lleva tres meses trabajando allí y no tiene un buen contrato precisamente, así que puede que sea una de las candidatas a marcharse.
Irene nota en la cara de su amiga que algo va mal, seguro que tiene algo que contarle y así es.
Ainhoa empieza por explicar que su madre esta en el hospital, siguiendo después toda la historia.
-¿En la playa? 
-¡Irene calla! 
-Tiene que ser una experiencia muy romántica. Ojala yo pudiera también, pero sigo más sola que la una. -Dijo Irene, que estaba algo frustrada por seguir soltera con 28 años.
-Vamos Irene, te tengo dicho que algún día encontrarás a tu hombre, no te desanimes que entonces ya me hundes la moral.
-Está bien, tienes razón soy demasiado obsesiva con eso.

El resto del día no fue fácil, había mucho trabajo en el que concentrarse y a Ainhoa le costaba mucho hacerlo.
Tenía que llamar al Doctor Jiménez para preguntar por su madre, también tenía ganas de estar en casa con sus hermanos para cuidarlos. Pero no podía faltar al trabajo.
Para Pablo el día tampoco fue fácil. 
Le costó mucho estar atento en las clases de la universidad, no respondió a ninguna pregunta y le costó estudiar más de lo normal. 
Todo por que no podía sacarse a su prima de la cabeza, el recuerdo de aquella cena, aquél paseo en la playa y lo sucedido después.
 Además no le gustaba nada que Ainhoa sufriera, ojalá María se recuperara pronto y todo volviera a la normalidad. Así podrían estar juntos.
Pero parecía que tendrían que esperar bastante... 
Pablo estaba tan metido en su cabeza pensando en Ainhoa y los problemas que tenía, que no se enteró de que había sonado el timbre y era hora de ir a casa.
Marina que estudiaba en la misma clase que él se le acercó.
-Hola ¿te pasa algo? -Preguntó la chica.
Pablo se sintió algo molesto, qué le importaba a ella si lo único que quería era hacerle más daño del que ya le hizo hace un mes.
-No, estoy bien. -Le respondió con sequedad mientras recogía sus cosas.
-Es que no has estado tan atento como de costumbre. -Había observado durante las clases.
-Bueno... Tengo cosas en las que pensar.
-Podríamos ir a tomar algo y hablamos.  ¿Somos amigos no?
Pablo no sabía que pretendía pero estaba cansado de los juegos de esa chica rubia. 
-Mira Marina, no sé como puedes decir que somos amigos cuando no has parado de fastidiarme desde que lo dejamos. 
-Solo pretendía ser amable, además estás muy equivocado yo no he intentado fastidiarte. ¿Que piensas que eres el centro del mundo? -Le contestó ella orgullosa.
-No tengo ganas de discutir, Marina. Dejame en paz. 

Pablo salió del aula y Marina no intentó seguirle. Menos mal, esa chica no tenía remedio. 
Le había sido infiel y le había hecho sufrir durante todo un mes, encima ahora tenía la poca vergüenza de hacer como si fueran amigos.
En fin, no valía la pena. 
Entró en su vehículo y se quedó parado pensando en qué hacer, no tenía ganas de ir a casa a estudiar o pasar las horas leyendo o en el ordenador. Tampoco quería salir con sus amigos.
Lo que quería era ver a Ainhoa, ya sabía que habían quedado en no estar juntos como nada amoroso de momento, pero no podía resistir sus ganas de verla.
De todas su madre estaría allí así que tampoco resultaría raro que fuera a visitarla.

Cuando Pablo llegó a casa de Ainhoa ella todavía no había llegado de trabajar. 
Allí estaba Julia y sus primos pequeños que le saludaron con mucha alegría.
-Pablo, hijo. -Le llamó Julia desde la cocina -Ven a ayudarme con la cena.
-¡Voy!
Pablo fue rápido a la cocina, no era normal que su madre le pidiera ayuda para cocinar. Solo lo hacía cuando necesitaba hablarle de algo, seguramente sería que estaba preocupada por su hermana, era normal que necesitara hablar con alguien. 
-Ya estoy aquí.
-¿Puedes acabar de hacer esa ensalada?
-Sí.
Julia no sabía por donde empezar había estado bastante tiempo pensando sobre lo que quería explicarle a su hijo, pero no estaba segura de que fuera una buena idea.
Le asustaba como pudieran reaccionar sus hijos y sus sobrinos, era un cambio bastante grande el que iba a proponerles.
-Hijo he estado pensando mucho, no sé si es una buena idea lo que tengo en mente, pero creo que sería lo mejor. -Dijo Julia al fin.
-¿Qué pasa?
-Pues... no sé si a ti te gustara la idea pero yo creo que esta casa es un poco pequeña y que María va a estar bastante tiempo en el hospital.
Así que he pensado que quizá los niños y Ainhoa podrían venirse a casa, solo hasta que María se ponga bien.

Pablo no se esperaba algo así, pero a él le encantaba esa idea ya que eso significaba que viviría en la misma casa que Ainhoa. Podría verla cada mañana y cada noche. 
-¡Mamá es una gran idea! A mi me parece muy bien lo que has pensado.
Quizá lo dijo con demasiada alegría y debería haber controlado más sus emociones porque Julia se quedó algo sorprendida.
-Vaya hijo, no sabía que te haría tanta ilusión. Supongo que eso significa que te llevas bien con Ainhoa. No me habéis contado nada del sábado. 
-Bueno, es que no ha habido momento. Pero lo pasamos muy bien, fuimos a comer a un restaurante italiano y luego dimos un paseo. -Se limitó a decir Pablo.
-Me alegro de que os llevéis bien, tu prima necesita a un amigo como tú. Lo esta pasando mal la pobre. 
-Lo sé mamá. No te preocupes que ella sabe que puede contar conmigo.

Ainhoa llegó de trabajar y se alegró mucho de que su primo Pablo estuviera allí.
Fue toda una sorpresa, en cuanto entró por la puerta y le vio le saludo con un gran abrazo sin importarle que su tía estuviera delante.
Tenía muchas ganas de hablar con él a solas, para que la escuchara, la animara y le diera un poco de cariño. Pero también necesitaba hablar con Julia y tendría que esperar a que los niños se durmieran. 
Por suerte no tardaron mucho ya que estaban muy cansados, bastó contarles medio cuento de La Cenicienta para que cayeran dormidos.

-Ya se han dormido. -Dijo Ainhoa entrando al salón y sentándose en el sofá junto a Pablo.
-Me alegro, necesitan descansar. ¿Has hablado con el Doctor Jímenez verdad? -Preguntó Julia que estaba sentada en el sillón.
-Sí, me ha dicho que mamá a preguntado por nosotros y que al explicarle que necesitaba ayuda sicológica y no podía vernos en un tiempo se ha puesto bastante nerviosa y le ha dado un pequeño ataque. 
Pero por suerte no ha hecho falta sedarla sólo unos tranquilizantes, el doctor dice que necesita aceptar su enfermedad para recuperarse, aceptar que tiene un problema y dejarse ayudar. -Explicó Ainhoa.
-Uf, parece que esto será largo querida. -Suspiró Julia -Y bueno, ¿qué tal el trabajo?
-Horrible, hoy al llegar nos hemos encontrado un cartel en la puerta de la fábrica dónde ponía que dentro de dos semanas se cambia el jefe. Esta claro que despedirán gente... ¡Estoy agotada! -Dijo mientras apoyaba su cabeza en el hombro de su primo.
-Bueno no te preocupes, intenta no pensar en los despidos. ¿Y tú qué tal en la universidad Pablo?
El chico no se dio casi cuenta de que su madre le hablaba a él, ya que no se esperaba que su prima apoyara la cabeza en sus hombros.
-Eh... Bueno hoy no ha sido mi mejor día, estaba preocupado por la tía María. Pero no te preocupes que me pondré las pilas como siempre. -Explicó.
-Tranquilo hijo, es normal, yo sé que eres buen estudiante.

Después de un rato Julia se fue a dormir y Ainhoa y Pablo se quedaron a solas, abrazados en el sofá.
-¿No te has concentrado hoy en clase? -Preguntó Ainhoa por hablar de algo.
-No, encima luego Marina a venido a molestarme, pero le he dicho que me dejara tranquilo.
-Esta chica no tiene remedio. 
-Eso mismo pensé yo. ¿Bueno tú como estas? 
-Pues más o menos... Se me hace duro no ver a mi madre y el trabajo me agota.
-Imagino... ¿Nunca has pensado en estudiar algo? -Preguntó él por curiosidad.
-Me encantaría Pablo, pero no puedo. Mi madre me necesita, he intentado hablar muchas veces con ella sobre el tema y la respuesta es no. -Dijo con tristeza. 
Ainhoa había perdido la cuenta de las veces que intentó hablar con su madre para que la dejara estudiar, ninguna de esas conversaciones dio resultado, lo único que sentía que hacían era empeorar las cosas.

-Quizá cuando se recupere cambien las cosas. -Dijo Pablo intentando darle esperanzas, aun que era él quién más esperanzas tenía.
-Tú lo has dicho, quizá... quizá sí o quizá no.
-Bueno, no te deprimas por favor. Odio que lo pases mal, no soporto verte triste... Mira te prometo que cuando la situación mejore te ayudaré a que estudies lo que quieras.
-Gracias Pablo, sin ti llevaría esto mucho peor. Te qui... -Ainhoa se quedó callada, iba a decir “te quiero”. ¡Como podía decir eso tan pronto! Si ni si quiera estaban juntos, habían quedado que esperarían...
-Ibas a decir te quiero. -No era una pregunta.
-¡Lo siento!
Pablo no cabía en su asombro pero aquello era una buena señal. Había algo fuerte entre ellos, aun que solo hubieran pasado tres días juntos.
-No lo sientas, Ainhoa. Te quiero. -Y la besó sin poder remediarlo. 


Capítulo 6

Julia decidió levantarse para ir al lavabo aun que ya estaba casi dormida.
Salió de la habitación, el pasillo estaba iluminado por la luz del comedor, pasó y le pareció ver algo un poco raro, algo que no debería haber visto...
¿Su sobrina y su hijo se estaban besando en el sofá? No podía ser, estaba cansada y su mente le estaba jugando una mala pasada. Pero lo estaba viendo con sus propios ojos... Sin duda aquello era real, no era un sueño ni un espejismo. 
¡Su sobrina y su hijo se estaban besando en el sofá! ¿Y desde cuando? ¿Por qué?
¿A caso pasó algo el sábado que ella no supiera? Por supuesto que sí, si estaban juntos obviamente no se lo contarían. 
¿Y ahora qué? ¿Tenía que hacer algo no? Aquello no estaba bien... Eran primos.
Pero el amor es el amor, no se puede evitar. 
Uf, demasiadas preguntas, aquello jamás se lo habría imaginado.
Lo mejor sería irse a dormir y olvidarlo por el momento, así que Julia volvió a la cama en silencio para que no descubrieran que lo había visto.

Pasaron tres días, días extraños en los que María no aceptaba que necesitaba ayuda en el hospital, días en que Pablo y Ainhoa se besaban a escondidas. 
Días en que Julia no sabía que hacer respecto a lo que había visto por la noche, aún no había dicho a Ainhoa su idea de que se mudara con los niños ha su casa.
Y es que ahora que a visto que Pablo y ella tenían algo quizá no sería tan buena idea.
Julia se sentía bloqueada en su mente, no tenía las ideas claras y no pensaba con claridad, necesitaba contarle aquello a alguien que la escuchara y pudiera ayudarla.
Así que después de llevar a los niños al colegio fue a ver a su psicólogo y amigo Mario.

-¡Julia cuanto tiempo! Me alegra verte. -Le saludó Mario  -Aun que por lo que veo en tú cara vienes a verme más como psicólogo que como amigo.
-No te equivocas querido. -Reconoció la mujer.
-Bien, no perdamos tiempo entonces. Sabes que me encanta escuharte. ¿Qué te preocupa?
Julia se acomodó en el sillón de la consulta mientras Mario cogía su libreta.
-Bueno son varias cosas. Supongo que lo mejor es empezar por el principio... -Julia comenzó a contar toda la historia:
-Hace un tiempo que cuido de mis sobrinos pequeños en su casa porque mi hermana estaba enferma con depresión.
Mi sobrina mayor no podía encargarse sola de los niños y la casa ya que trabaja mucho para sacarlos adelante.
El caso es que al ser tan joven la pobre tenía mucha presión. Así que yo le ayudaba todo lo que podía y el sábado pasado se me ocurrió que podía salir a cenar con mi hijo Pablo para que se despejara un poco.
Ella aceptó y los dos fueron a cenar. Además de eso le dije a Pablo que Ainhoa, mi sobrina, durmiera en mi casa y no en la suya.
Mi hermana no tenía que enterarse y yo pensaba que no lo haría por que cuando coge depresión no se levanta de la cama. Pero esa noche se levantó y se dio cuenta de que Ainhoa no estaba, y como encima la chica no llegó a dormir porque estaba en mi casa a mi hermana le dio por emborracharse y por la mañana acabó dándole un gran ataque de ansiedad porque encima se había estado auto-medicando. ¡Que culpable me sentí en esos momentos!

-Julia, sabes que no debes sentirte culpable, lo sabes. Tú querías que tu sobrina fuera feliz y eso es muy amable por tu parte.
-Sí eso es verdad, en fin como a mi hermana la han ingresado yo pensé que Ainhoa y los niños podrían venirse a mi casa hasta que María se recuperara.
El lunes Pablo vino a cenar a casa de Ainhoa y se lo comenté y pareció hacerle mucha ilusión que se vinieran a casa y después descubrí por qué...
Ainhoa, Pablo y yo estuvimos hablando un rato cuando los niños se durmieron y después me fui a dormir, pero cuando estaba casi dormida quise ir al baño y cuando pasé por el pasillo los vi... ¡besándose! Y claro ya no se que hacer... Es obvio que en mi casa estarían mejor, pero Ainhoa y Pablo son primos y tienen una relación amorosa ¿Está eso bien, Mario? ¡No sé que debo hacer!
-Debes relajarte. Mira en estos tiempos los jóvenes son mucho más liberales y modernos que antes, ya lo sabes. Que sean primos no tiene porqué estar mal visto. Tú dales tiempo para que te lo cuenten y muestrales que pueden confiar en ti.
Si crees que es mejor que tus sobrinos estén en tu casa, adelante. Tu hijo y Ainhoa tendrán mucha discreción estando en la misma casa si no quieren que te enteres. 
-Sí, creo que me he estresado demasiado por el tema, a lo mejor no es tan grabe.
-Claro que no, es solo un amor juvenil que puede que les duré o no. Y si les dura ya estarás acostumbrada. No debes preocuparte por ellos. Te has estresado demasiado a causa de lo de tu hermana, son muchas cosas las que te preocupan y tu mente se estaba bloqueando. Te recomiendo que hagas alguna actividad que te ayudé a despejar tu mente, como nadar o pasear por el campo por ejemplo. -Le aconsejó Mario.
-Sí, puede que me vaya bien. -Dijo pensando -Ahora me siento mejor la verdad, gracias Mario siempre me sirves de ayuda.
-De nada, espero que tú hermana se mejore y que la próxima vez vengas a verme como amigo.
-Esta bien, jaja. Adiós.

Julia se sentía mucho mejor, ir al psicólogo siempre le servía de ayuda.
Nada más salir de la consulta Julia decidió apuntarse a la piscina municipal para ir a nadar, así que fue a informarse y se decidió por el camino de que esa misma noche le diría a Ainhoa su idea de que pasaran una temporada en su casa.



2 comentarios:

  1. ¡Hola, Nerea! Me alegro que sigas con el maratón; yo a duras penas lo consigo, jeje.

    Bueno, parece que las cosas se ven poniendo interesantes entre Pablo y Ainhoa, y ahora que Julia les ha descubierto, a ver qué pasa... Esperemos que Marina no dé mucho la lata, porque bastantes problemas tienen ya.

    En fin, ¡cuídate mucho y sigue escribiendo!

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  2. Una cosa..... primeros dice que el amigo y psicolog es Mario y luego le deices querida y Cristina. Me estoy rayando???
    Me gusta el rumbo que esta tomando la hisotria

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