13 enero 2012

21 de Diciembre de 2012

Por fin había llegado el día que estábamos esperando.
La gente lo sabía, estaban avisados, pero la mayoría de ellos no lo creían.
Los que lo creían se unieron a nosotros, los que dudaban se dividieron, algunos bloqueados por el miedo decidieron no hacer caso de las predicciones y seguir con su vida.
Muchos recorrieron miles de kilómetros para unirse al grupo, acabamos siendo unas dos mil personas, había familias completas, gente solitaria que no tenía adónde ir y se unió con nosotros por el camino...

El 21 de Diciembre por la mañana ya habíamos llegado a la ciudad clave, pero nos quedaba todo un camino por delante, teníamos que llegar al punto en el que podríamos salvarnos, y dos mil personas juntas caminando no se pasaban desapercibidas, todos sabían quienes eramos. 
Al comenzar el camino todo iba bien, solo encontramos algunos obstáculos que pudimos superar sin demasiados problemas. Hasta que la cosa se complicó...
Aproximadamente a las ocho de la tarde cuando tan solo nos quedaban tres horas y media para llegar y ya habíamos salido de la ciudad un gran equipo de militares y policías acudió a detenernos.

Yo y los otros dirigentes intentamos negociar con ellos, explicarles que no hacíamos nada malo, que simplemente eramos un grupo numeroso de gente, pero alguien les había mandado detenernos y por nada del mundo harían lo contrario.
Aquello se convirtió en un horror, hubo heridos y muertes y solo unos pocos lograron escapar. A mi y a muchos más nos detuvieron, incluso a la Princesa.
-Pagaréis por esto, no habéis podido detenernos a todos ni lo haréis. -Dijo la Princesa a un militar.
-Cállate, ya no tienes ningún derecho a dar ordenes, ni eres ninguna princesa.
-Eso es lo que piensas...
-¡Silencio he dicho!

Nos llevaron a la prisión, con vigilancia las 24 horas. 
Yo esperaba que los que habían podido escapar llegaran al destino. 
Pasó una larga noche, en la que yo, los otros dos dirigentes y la Princesa, que estabamos en la misma celda, pasamos en silencio, con los ojos cerrados, cogidos de las manos, tal como marcaba el ritual: pensando en la vida, en nuestras buenas acciones y las malas, pidiendo que nos perdonaran por estas.
Era la única manera de salvarse.
Sentíamos como los guardias se preguntaban lo que hacíamos pero al final nos adentramos tanto en nosotros mismos que hasta el amanecer no pudimos volver a la realidad.
Y la realidad como nosotros sabíamos era que ese día ya no había amanecer, el planeta Tierra se encontraba en completa oscuridad, ni si quiera había electricidad. Así sería durante tres días y tres noches.
Los policías al darse cuenta corrieron a encender velas, estaban desconcertados y desorientados. No sabían que hacer, los nervios se apoderaban de todos menos de nosotros los presos.


-Ahora comienza todo... -Dijo la Princesa.

FIN

1 comentario:

  1. Bueno este relato me ha salido como de la nada, así que si no tiene mucho sentido es porque tampoco se lo he buscado jaja
    A veces es bueno escribir relatos extraños ^^

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