23 septiembre 2011

Capítulo 7 - La vida de Ainhoa

¡Hola!
Aquí os traigo un nuevo capítulo de La vida de Ainhoa y además una portada que he hecho yo misma ^^
Espero que os guste el capítulo.



CAPITULO 7

Ainhoa se quedó quieta y pensativa por un momento, no esperaba esa propuesta, pero realmente era una buena idea ya que así su tía podría ayudarla mejor por qué no tendría que quedarse a dormir en su casa.
Sabía que no tenía que preocuparse por el espacio, la casa de Julia era grande, de dos plantas y con suficientes habitaciones. Se dio cuenta cuando pasó allí la noche con Pablo.
-Yo reconozco que es una buena idea pero... No quiero ser una carga tía Julia... -Confesó Ainhoa preocupada.
-Cielo, tú no serás nunca una carga. Quiero que estéis bien y pienso que quizá te venga bien ir a mi casa, así estaré más con los niños.
-¿Pero qué le vamos a decir a los niños? Podrían asustarse... -Comentó Ainhoa.

Pablo habló esta vez: -A lo mejor tendríamos que hablar con el doctor y con tu madre, para que los niños la vean y ella les explique que tienen que ir a nuestra casa. Sí se lo pide su madre no se asustarán.
-¡Qué buena idea hijo! Pero no sé si mi hermana estará de acuerdo...
-No os preocupéis por eso, yo hablaré con mi madre y le dejaré las cosas claras. -Ainhoa sonó muy segura de sí misma en esta frase y es que estaba decidida a dejarle las cosas muy claras a su madre. Tenía que curarse ya o las cosas irían a peor.
-Sí querida, tú eres la indicada, a mí no me hará caso. -Admitió Julia.
-Lo sé, mañana pediré el día libre en el trabajo así iré pronto al hospital, que además tengo allí el coche sin gasolina. -Suspiró Ainhoa.
-Pablo, hijo. Deberías quedarte a dormir y acompañar a tu prima mañana para ayudarla, tendrás que faltar a clase pero sé que eres un gran estudiante. -Sonrió Julia a su hijo.
-Claro que sí mamá. Ya había pensado en eso, el problema es este sofá. -Contestó Pablo sonriendo a su prima. –Si duermo otra noche ahí me voy a quedar sin espalda…
-¿Y dónde duermes entonces? –Preguntó Ainhoa casi sin querer.

La situación se hizo incómoda por unos momentos, Ainhoa y Pablo pensaban en que podían dormir juntos pero claro Julia estaba allí, aun que ellos no sabían que ella ya les descubrió por accidente hace pocos días.
Julia vio que sería ella quién tenía que responder la pregunta. ¿Pero que podía hacer? No había pensado en eso antes de hacer la propuesta…  Además su sicólogo le aconsejó que dejara que ellos encontraran el momento para contarle que tenían una relación.
Y ya hizo dormir en el sofá una vez al pobre Pablo, al parecer no tenía más remedio.
-Bueno, si no os importa podríais dormir juntos en la habitación de María y yo duermo en la de Ainhoa. –Dijo Julia intentando mostrar normalidad.
-Está bien –Dijo Pablo –Ainhoa y yo tenemos mucha confianza.
“No lo dudo, hijo…”  Pensó Julia.

Al poco rato Pablo y Ainhoa fueron a dormir, felices por la propuesta de Julia y por pasar una noche juntos, ahora vivirían bajo el mismo techo. Tendrían que vigilar más, para que no se dieran cuenta de que estaban juntos.  Pero ahora a ninguno de los dos les apetecía hablar de eso.
El día siguiente se presentaría duro, así que solo querían aprovechar el momento y disfrutar de la felicidad de esa noche. Mañana ya hablarían de todo y harían todo lo que tuvieran que hacer.
Ahora sólo querían besarse, abrazarse y descansar juntos.
Para Ainhoa era todo un regalo que después del horrible día que había pasado pudiera dormir junto al chico que tanto la quería y cuidaba. Y para él simplemente Ainhoa era lo más maravilloso del mundo y por tanto cada noche y cada momento a su lado era lo más valioso que podía tener.


Marina había dormido fatal, estuvo pensando en lo que Claudia le dijo el día anterior casi toda la noche y eso era porque tenía bastante razón…
Ella sabía muy bien que se había equivocado con Pablo y por eso le había perdido como novio y como amigo, pero odiaba reconocerlo.
De todas formas no podía seguir así si quería al menos volver a ser su amiga, además Claudia se merecía una disculpa.

Ella había sido demasiado inmadura y orgullosa.
Tenía que dejar de serlo, aunque fuera solo por conseguir la amistad de Pablo.
Esa Ainhoa no duraría siempre, y cuando eso pasara ella estaría allí, a su lado como una buena amiga para lo que surgiera después.
Así que tenía que cambiar y Claudia era la única que podía ayudarla para hacerlo.
¿Cómo podía hacer para quedar con ella? Bueno quizá un mensaje sería lo mejor.
“Hola Claudia, siento mucho lo de ayer. ¿Nos podemos ver hoy? He de hablar contigo, te prometo que es algo bueno. “
A los pocos minutos obtuvo una respuesta:
“Ok, espérame a las ocho en el parque. Hasta esta tarde.”
Bueno, por lo menos le había respondido y estaría dispuesta a hablar.


El despertador de Ainhoa sonó muy temprano pero al menos había dormido realmente bien con Pablo a su lado.
Los dos se despertaron casi al mismo tiempo y Pablo paró el despertador.
-Buenos días, princesa.
-Buenos días cariño, me encantaría seguir durmiendo abrazada a ti. –Dijo Ainhoa pegándose a él.
-Y a mí, pero desgraciadamente nos espera un largo día.
En seguida se pusieron en marcha.

Lo primero que hizo Ainhoa fue llamar a la fábrica, se hicieron de rogar para darle el día libre pero Ainhoa no dudó en recordarles la de horas que le debían y que ni si quiera había cogido los días que le pertenecían por su madre estar hospitalizada. Así que no tuvieron más remedio.
-Bueno, he conseguido el día libre. –Anunció Ainhoa a Pablo y Julia que también se había puesto en pie.
-Menos mal, solo faltaba. –Suspiró Julia.
Después Ainhoa llamó al doctor de su madre, para avisarle de que esa misma mañana iría a hablar con María muy seriamente.

Al poco rato Pablo y Ainhoa llegaron al hospital, además llevaban un bidón de gasolina para poder llevarse el coche de Ainhoa.
-Bueno, ya hemos llegado, ahí está tu coche. ¿Quieres ocuparte de él primero o de tu madre? –Preguntó Pablo.
-Será mejor empezar por lo más duro y más importante.
Ainhoa entró en el hospital, Pablo la esperaría en la entrada principal, para no entrometerse.
Sin preguntar si quiera por el Doctor Jiménez fue hacía la habitación de su madre bien decidida.
Y allí la encontró despierta y haciendo zapping en la tele. Por suerte su compañera de ayer no estaba en la habitación en esos momentos.

-Hola mamá.
-Hija… ¿Qué haces aquí? –Preguntó sorprendida María por verla allí.
Ainhoa apagó la tele del botón.
-¿Qué haces,  Ainhoa?
-Quiero que me escuches mamá. He venido para hablar contigo seriamente.
María suspiró y miró hacia abajo, parecía que Ainhoa estaba enfadada y ella no tenía ganas de escuchar sermones y quejas.
-A ver… ¿Qué es lo que pasa? –Preguntó María resignada a escucharla.
-¿Te atreves a preguntarlo? ¿Es que no lo ves? ¡Mamá te estás portando como una inconsciente, tienes dos hijos pequeños en casa que están deseando verte y no haces nada por recuperarte!  Además el otro día hablaste muy mal de mí y eso no puedo perdonarlo. Siempre me he esforzado por nuestra familia.
María se sentía muy mal e intentó excusarse: -Pero hija, estaba borracha, no sabía lo que decía…
-Mamá eso no es excusa, y no deberías beber.  Y he venido aquí porque hemos tomado una decisión y tú se la tendrás que explicar a los niños.
-¿Decisión? Explícate.
-Verás mamá, la tía Julia ha de cuidar a los niños mientras yo trabajo y quedarse a dormir, pero ella también tiene su casa y hemos decidido que mientras estés en el hospital iremos todos a vivir una temporada a su casa.

-¿Qué? ¡Pero tendrás que ocuparte de la casa! Como vas a ir a vivir con la tia Julia. –María no quería aceptar tal cosa.
-¡Mamá, es solo una temporada! Hasta que te recuperes. Así que deja de comportarte así y empieza a preocuparte por tu salud y a querer estar bien. Y tienes que explicárselo a los niños, si no pensarán que te pasa algo. Así que mañana mismo te los traeré para que te vean y ya puedes estar bien y explicarle lo que pasa. –Ainhoa se lo dejó muy claro y no iba a darle derecho a protestar.
-Pero hija, como puedes pedirme esto. No pienso permitir que mis hijos se vayan de mi casa. –María estaba enfadada pero sabía que no podía salirse con la suya en esta situación.
-Mamá, por favor. Es por el bien de todos, no hay nada más por discutir. Ahora tengo que irme, te llamaré esta tarde.  Adiós.
Ainhoa le dio un beso en la mejilla, aun que como se esperaba María se quedó quieta y solo le dijo adiós.

Al salir de la habitación el Doctor Jiménez la esperaba en el pasillo.
-Hola, Doctor. Ya he hablado con mi madre. –Le anunció Ainhoa.
-¿Cómo ha ido?
-Bueno, le he dicho que a partir de ahora tiene que cambiar y dejar de portarse así. Creo que se lo he dejado claro.
-Está bien, por cierto Ainhoa tú madre no come demasiado, parece ser que ha perdido el apetito, estamos intentando descubrir por qué antes de que pierda demasiado peso. No te preocupes que no tiene por qué ser grabe, pero solo te informo.  Quizá ahora que has hablado con ella esto cambie. –Pensó en voz alta.
-De acuerdo, esta tarde llamaré a mi madre y si veo que está en buenas condiciones y ha pensado lo que le he dicho mañana vendremos todos a verla. Ya sé que usted me dijo que era mejor que los  niños no vinieran, pero es necesario.
-Lo entiendo y visto lo que pasó ayer quizá no sea una mala idea. –El busca del Doctor comenzó a sonar –Parece ser que me necesitan, adiós Ainhoa. Cuídate.
-Adiós Doctor y gracias.


Después de ponerle gasolina al coche de Ainhoa ella y Pablo volvieron a casa.
No había nadie y todo estaba en calma. Se respiraba aire limpio.
-Como se nota la ayuda de  tú madre, esta todo tan limpio. –Dijo Ainhoa dejándose caer en el viejo sofá y pensando que era una suerte tener el día libre.
Pablo se sentó a su lado.
-Ella siempre os ha querido mucho, le sabe muy mal que a su hermana le cueste tanto aceptar su ayuda.
-Lo sé, mi madre es muy tozuda, pero al fin le he dejado las cosas claras. –Dijo con mucha seriedad.
-Bueno no hablemos de eso ahora. Relájate, te mereces un descanso.
Ainhoa sonrió y se abrazó a él. 
Se sentía tan bien al lado de Pablo que ya apenas le importaba que fuese su primo. Le quería y eso no sería un obstáculo para ella aun que los demás se opusieran.

Todo había pasado muy rápido, Pablo no podía creer que hacía dos semanas se sentía deprimido y con la autoestima por los suelos.
En una semana había pasado mil cosas con Ainhoa, estaba tan enamorado de ella… De repente sintió la necesidad de besarla, acariciarla...
-Te quiero, Ainhoa.
-Yo también te quiero, Pablo.
-Me encantas, no puedo sacarme de la cabeza lo que pasó en la playa y después en mi casa… -Soltó sin pensar.
Ainhoa se ruborizó ante el bonito recuerdo, ella no tenía demasiada experiencia en cuanto a relaciones sexuales pero las dos veces que hizo el amor con Pablo fueron maravillosas.
Ainhoa sabía lo que le apetecía hacer a Pablo, no había nadie en casa…
Ella también quería pero no sabía que decir, así que se limitó a besarle  y todo surgió como si nada, aquello le hizo sentir realmente bien y comprendió que solo tenía que dejarse llevar y disfrutar.



Al llegar la tarde Ainhoa ya había empezado a mirar que ropa y cosas tendría que llevarse a casa de Pablo, puso lavadoras para la ropa de los niños y decidió llamar a su madre antes de ir a buscarlos al colegio.
María contestó en seguida, había estado pensando mucho, aunque no había querido consultarlo con nadie y no probó bocado de la comida.
-¿Hola?
-Hola mamá, soy yo.  ¿Cómo te sientes?
-Vayamos al grano y por favor déjame hablar hasta que termine – Y comenzó a decir lo importante:
 –He estado pensando en lo que has dicho, en lo enfadada que estabas. Y  tienes razón. No pretendía que sufrieras tanto, hija. Lo prometo, pero es que a veces no sé qué pasa en mi cabeza que no me deja pensar decentemente.
Si creéis que en casa de Julia estaréis mejor, adelante. Venid a verme y yo se lo explico a los niños de buenas maneras. Quiero recuperarme y por favor perdóname por haberme comportado así y por lo que te dije.

Ainhoa no podía creer lo que sus oídos estaban escuchando, su madre parecía tan sincera. A pesar de todo la quería y por supuesto que la perdonaba.
-¡Oh, mamá! Cuanto me alegro, claro que te perdono yo solo quiero que te recuperes y estés con nosotros en casa. Te quiero mamá.
-Y yo hija mía. Mañana que venga la tía Julia también por favor, necesito hablar con ella. Que ganas tengo de ver a los niños…
-Tranquila mamá, ya has dado el paso más importante. ¡Uy se me hace tarde! Tengo que recoger a los peques y darles la noticia.
-Está bien, adiós Ainhoa, un beso.
-Otro para ti.

Ambas colgaron contentas, por fin las cosas estaban cambiando a bien.
Ainhoa muy feliz recogió a sus hermanos del colegio y junto a Pablo y la tía Julia pasaron un buen rato jugando.
Los niños se pusieron tan contentos por poder ver a su madre que a Julia casi se le escapan las lágrimas de emoción. Después todos cenaron y Ainhoa les contó otro cuento a sus hermanitos.
Pablo también estaba feliz, por fin podía ver a la chica que amaba sonriendo a todas horas.
Al menos por esa noche en casa se respiraría felicidad.


Mientras tanto dos chicas estaban teniendo una interesante conversación en el parque. 

1 comentario:

  1. me a gustado mucho este capitulo, ainhoa lo esta pasando mal con el mal royo que tienen su novia y su mejor amiga jeejje, tengo ganas de ver el 9 :)
    sigue así.

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