AVISO:
Si no eres mayor de edad lee bajo tú responsabilidad.
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Enamorada de mi hermano
Cuando sus padres decidieron casarse ellos eran pequeños todavía.
Ambos de la misma edad eran solo hermanos por ley y no por sangre.
Adrián y Vanesa se habían pasado la infancia creciendo y jugando juntos, también discutían a veces pero siempre se perdonaban como buenos hermanos.
Además se querían mucho. Si alguien le hacía algo a Vanesa Adrián era capaz de todo con tal de defender a su hermana.
A Vanesa le encantaba que su hermano la ayudara y estuviera pendiente de ella.
Y cuando llegaron a la adolescencia empezó a gustarle más todavía...
Sabía que aquello estaba mal y que no podía ser, aun que no fuesen hermanos de sangre, sabía perfectamente lo que pensarían de ella: Que era impura y una vergüenza.
En fin, seguro que era una tontería, algún día encontraría al chico del que se enamoraría de verdad.
Pero si Adrián tonteaba con alguna chica Vanesa se moría de celos, a veces hasta se ponía a llorar delante de él cuando iba a tener una cita. Entonces tenía que inventarse una excusa para que no supiera que estaba enamorada y él se quedaba a consolarla y acababa plantando a la chica por ella.
Eso le sirvió en el instituto, pero ahora ya se habían hecho adultos y estaban en la universidad.
El primer mes en la universidad todo fue bien, aun que a Vanesa sus amigas empezarán a atosigarla por que no había tenido un solo novio en su vida y tampoco se fijaba en los chicos.
Pero Adrián comenzó a conocer a una chica y a Vanesa no le sirvió de nada llorar delante de él ni nada que pudiera inventarse, por qué a Adrián le gustaba mucho esa chica y no pensaba faltar a la cita.
Al poco tiempo Adrián empezó a salir con ella.
Aquello era la peor de las pesadillas para Vanesa, los veía juntos en la universidad, paseando por el parque, cuando se daban un beso delante de todos...
Y eso no era todo, porque pronto Adrián querría llevarla a casa y presentarla a sus padres. Entonces tendría que aguantarlo a todas horas.
Vanesa estaba muy triste, lloraba cada noche, no salía con sus amigas... Además no le contaba su problema a nadie, porque aquello era un pecado y sus padres tan religiosos pensarían que no era digna de esa familia y se convertiría en la peor de las impurezas.
Adrián se dio cuenta de que Vanesa estaba triste, ya que en las comidas apenas provaba bocado y se la veia apagada.
Le pregunto si estaba bien pero ella simplemente le dijo que había tenido un mal día, pero al caer la noche la escuchó llorar. Y no quiso entrar a molestarla, pero se preocupó al escucharla algunas noches más.
Adrián comenzaba a sospechar con el paso de los días, parecía que Vanesa ya no confiaba en él y sentía que era por algo que le había molestado.
¿Pero que podía haber hecho él tan malo para que su hermana estuviera tan mal?
Una de esas tardes de otoño Adrián llegó a casa con su novia.
Vanesa estaba en el salón mirando la tele con sus padres cuando de repente él entró acompañado y la presentó allí delante de ella.
Sintió una gran punzada en el corazón cuando él la agarró por la cintura, cuando sus padres la invitaron a cenar y la más grande cuando por esto Adrián no pudo evitar besar a la chica de alegría.
-Lo siento no quiero cenar, y menos con tanta gente... Tengo el estomago revuelto, me voy a mi habitación.
Dijo Vanesa con las lagrimas apunto de salir de sus ojos.
-Pero hija... -Su madre intento detenerla, preocupada por ese extraño comportamiento, pero Vanesa ya había salido del salón y se dirigía a su cuarto con lágrimas en las mejillas, no estaba orgullosa por el comentario que había soltado pero estaba dolida y por eso no había podido evitarlo.
Después de cenar Adrián acompañó a su novia hasta casa.
-Creo que la cena a valido la pena, a mi familia le caes genial. -Dijo Adrián con una sonrisa antes de despedirse.
Pero la chica no estaba tan convencida.
-Bueno a tú hermana no le gusto demasiado... Ha quedado claro que no quería cenar conmigo... -Confesó.
-Ya, eso estuvo fuera de lugar... Hablaré con ella, se ha comportado fatal.
-Está bien, pero no quiero que tengas problemas con ella por mi culpa.
-Tranquila, si tenemos un problema será su culpa no tuya. Tú no has hecho nada.
Y tras esta conversación se despidieron con un ligero beso y Adrián llegó a su casa dispuesto a hablar con su hermana.
Iba a cantarle las cuarenta por haber dado a entender que no quería cenar porqué su novia estaba allí.
Eso era de mala gente, se supone que una hermana quiere la felicidad de su hermano.
Y él era feliz con su novia y cuando estaba con ella su hermana no hacía más que poner mala cara.
Entró en la habitación de Vanesa sin llamar a la puerta y ella se asustó.
-¡Adrián! ¿Por qué entras así? -Dijo secándose las lágrimas rápidamente y sentándose en la cama.
Adrián cerró la puerta y se acercó a ella quedando de pie en frente suyo.
-Iré al grano: ¿Por que has hecho eso? ¿Por que narices lloras cada noche y me miras mal cuando estoy con ella? ¿Por que no has querido cenar cuando estaba ella?
Vanesa estaba avergonzada y no sabía que hacer... Ya le estaban cayendo lagrimas de nuevo.
-¿Pero por qué lloras? Estoy muy preocupado por ti, eres mi hermana y te quiero. Por Dios, ¿que es lo qué pasa? Sabes que puedes confiar en mi, siempre te he apoyado. -Dijo Adrián sentándose a su lado.
-¿Es que no te das cuenta de que no nos queremos de la misma forma? -Soltó Vanesa sin pensar, harta de llorar cada noche por él.
Adrián se quedó helado, mirándola confuso. ¿Se estaba refiriendo a lo que el creía? No podía ser...
Y Vanesa decidió ser sincera por fin y que todo acabara de una vez:
-Adrián... Te quiero, estoy enamorada de ti y no puedo más. No puedo ver como la besas, como la abrazas... No soporto no poder ser yo la que esté contigo por ser tú hermana. Y si no quieres hablarme nunca más lo entenderé.
¿Como iba a dejar de hablarla? ¡Estaba enamorada de él! Adrián no sabía que hacer, se sentía totalmente conmovido y nunca había pensado en su hermana de esa manera pero ahora que la tenía allí delante confesandole su amor le parecía totalmente irresistible.
Sin pensarlo más hizo caso a sus impulsos: la besó, ella sorprendida le devolvió el beso y así acabaron tumbados en la cama, entre las sabanas con caricias y más besos por todo el cuerpo.
Hicieron el amor sabiendo que a vista de los demás sería impuro, vergonzoso, un pecado y hasta ilegal. Y sobretodo a vista de sus padres.
En esa época era un amor más que prohibido, aun que no fueran hermanos de sangre. Eso a nadie le importaría.
A la mañana siguiente despertaron juntos, confusos preguntándose que venía después.
-¿Y qué es lo que pasa ahora? ¿Volverás con ella? -Preguntó Vanesa.
-Lo que siento por ella no es comparable con lo que siento por ti y sentí anoche todo el tiempo. -Le respondió abrazándola.
-¿Y papá y mamá? No podremos escondernos toda la vida... Mucho menos de ellos...
-Lo sé, no será fácil, querrán separarnos.
-No permitas que nos separen, Adrián, por favor... Te amo.
De repente la puerta se abrió, era la madre de Vanesa preguntando por su hijastro:
-Vanesa. ¿Sabes dónde esta tú hermano? No ha dormido en... -No les dio tiempo a reaccionar y allí los vio su madre en la misma cama.
Sus padres estaban avergonzados, indignados... Y les esperaban en el salón, seguramente con las maletas preparadas.
Adrián y Vanesa bajaron las escaleras y entraron en el salón de la mano, preparados para las consecuencias.
-¡Sois una deshonra para la familia! ¿Que pensáis que dirán ahora de nosotros en la ciudad? No solo os habéis acostado juntos sin estar casados y siendo hermanos, además le has sido infiel a tu novia. -Dijo el padre de Adrián muy enfadado y mirando con desprecio a su hijastra.
-No he visto nada más impuro en toda mi vida... Nosotros no os hemos educado así, este pecado no tiene perdón. Iros de nuestra casa. -Concluyó la madre de Vanesa fríamente.
Sin más discusión les acompañaron a la puerta dónde les esperaban las maletas ya hechas por la sirvienta.
Ellos las cogieron, y dijeron sus últimas frases en esa casa:
-Llevo enamorada de él casi toda mi vida, no me importa lo que penséis. Gracias de todas formas por la vida que nos habéis dado.
-No hay nada impuro en dos personas que se aman, pero sabemos que todo tiene consecuencias. Por suerte somos mayorcitos para cuidarnos solos. Adiós papá, adiós mamá.
Muy bueno!! ya te sigo!!
ResponderEliminarTe invito a mi blog:
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Precioso, que bueno que fueron valientes y enfrentaron a todos por su amor. Al fin y al cabo no eran hermanos de sangre!!
ResponderEliminarTe quedo buenísimo, felicitaciones!!
me ha encantado, no se si será por mi estado de animo pero e echado un par de lagrimas, muy bueno el argumento, muy triste pero a la vez muy bonita historia de amor, si dos personas se quieren tienen que luchar ante todo.
ResponderEliminarTienes un 10