02 septiembre 2011

¡Nuevo capítulo, por fin!

¡Hola!
Después de casi un mes entero sin publicar he vuelto.
Siento haber tardado tanto, pero este mes la inspiración me abandonó y me costó mucho acabar el capítulo de La vida de Ainhoa.
Pero ya está aquí y espero que os guste :)


La vida de Ainhoa
Capítulo 6

Ya era jueves y María estaba tumbada en la cama de hospital. 
Pasaba canales de la televisión pero a esa hora no daban nada que le gustara, si estuviera en casa estaría cuidando de sus pequeños.
Llevaba demasiados días sin ver a sus hijos y según ese doctor que había intentado hablar con ella en varias ocasiones no podría verles hasta que aceptara que necesitaba ayuda.
María se levanto y fue al baño, allí se vio en el espejo, estropeada y triste. Quizá había perdido el control y realmente necesitaba ayuda... 
Además echaba de menos a sus hijos y Ainhoa lo estaría pasando mal. 
Definitivamente tenía que hablar con el Doctor Jiménez y con su hija, no podía seguir así pero odiaba verse tan mal y no poder solucionarlo ella misma.

Cuando Ainhoa salió del trabajo fue hacía el hospital lo más rápido que pudo. 
A la hora de comer el doctor de su madre la había llamado con noticias bastante buenas, al parecer su madre por fin había hablado con él y había dicho que estaba dispuesta a recuperarse. 
El día había sido duro en el trabajo y no pudo avisar a su tía. 
Ainhoa entró al hospital, el Doctor Jiménez la estaba esperando cerca de la puerta.
Conversaron mientras se dirigían a la habitación de María.
-Bueno ahora podrás ver a tu madre, tenía muchas ganas de hablar contigo. -Dijo el Doctor.
-Yo también tengo ganas de verla, aun que puede que esté enfadada. -Reconoció Ainhoa.
-No te preocupes, tu madre necesita tiempo para recuperarse. Ahora tiene una compañera en la habitación, podrá hablar con alguien. Esta es su habitación, entremos.
Ainhoa y el doctor entraron juntos en la habitación y se quedaron paralizados al ver que sucedía. 
María y la mujer que habían puesto en la cama de al lado estaban bebiendo una botella de whiskey que ya estaba casi vacía.
Las dos mujeres no se dieron cuenta de que habían entrado en la habitación hasta que el Doctor Jiménez reaccionó.
-¡Pero señoras! ¿Que están haciendo? -Dijo el doctor intentando quitarles la botella.
-¡¡¡Pues bebeeeeer!!! -Dijo la mujer.
-Mira Angeles está es mi hijaa, -Dijo María dirigiéndose a la mujer -pero es una inútil solo piensa en estudiar tonterias y en irse por ahí de fiesta. 

Ainhoa no podía creer que su madre dijera algo así de ella, estaba a punto de ponerse a llorar allí mismo o de salir corriendo pero el doctor le pidió que avisara a dos enfermeras.
Ainhoa fue corriendo y dos enfermeras y un enfermero acudieron a ayudar al Doctor Jiménez.
No fue fácil quitarles esa botella y controlarlas para que estuvieran quietas y no chillaran, al final no hubo más remedio que sedarlas a las dos .
Después de eso Ainhoa estaba sentada en la sala de espera del hospital, llorando en silencio y preguntándose porque su madre había hecho eso.
El Doctor Jiménez llegó en seguida.
-Ainhoa, siento mucho lo sucedido pero está mañana tu madre parecía dispuesta a recuperarse, por lo visto no lo tiene muy claro. 
-Si es que no quiere pedir ayuda a nadie nunca...  -Dijo ella.
-Puede que poner a Angeles en la misma habitación alla sido un error, seguramente la botella la trajo ella y arrastró a tu madre a beber. Son casos parecidos. Bueno, te aconsejo que vayas a casa y descanses. Mañana te llamaré de nuevo.
-Gracias doctor, esperaré su llamada.

Y así Ainhoa se fue lentamente, destrozada por dentro, pensando en la grave situación de su madre y en las horribles palabras que había dicho.
Sentía que no podía más pero tenía que sacar las fuerzas de dónde fuera.
 No estaba en condiciones de conducir pero se había hecho tarde y tenía que ir a casa, estarían preocupados por ella.
Al entrar al coche vio su movil en el asiento, dónde lo había dejado antes, tenía cinco llamadas perdidas de Pablo y Julia.
Por suerte llamaron de nuevo y Ainhoa contestó:
-Hola.
-¡Ainhoa! -Dijo Pablo alegre de escuchar su voz pero preocupado por el tono de la chica. -¿Dónde estás?
-En el hospital, bueno estoy apunto de ir para casa.
Ainhoa arrancó el coche mientras Pablo hablaba: -¿En el hospital? ¿Ha pasado algo?
-Sí... En casa os cuento... ¡Oh no, no tengo gasolina! Joder, estoy harta de que todo me salga mal.
Ainhoa se puso a llorar.
-Tranquila Ainhoa, no llores, iré a buscarte ahora mismo.
-Esta bien, gracias. -Dijo entre sollozos.
-Hasta ahora.
Pablo colgó y le dijo a su madre que Ainhoa se había quedado sin gasolina y que algo había pasado con María, estaban realmente preocupados pero no podían hacer nada, solo esperar a que Ainhoa les explicara lo sucedido en el hospital cuando volvieran.

Pablo sabía que Ainhoa le necesitaba y fue lo más rápido que pudo a buscarla, la había echado de menos durante todo el día y no soportaba verla sufrir.
Aparcó en doble fila en cuanto la vio apoyada en su coche esperándole. Ella era lo más importante en ese momento y casi todos los días desde hacía apenas una semana.
Incluso estaba dejando un poco de lado los estudios, cosa que no había hecho ni si quiera cuando se deprimió por la ruptura con Marina.
-¡Ainhoa estoy aquí! -Dijo Pablo bajando del coche.
Ella se incorporó y fue hasta él, los dos se abrazaron sin pensarlo. 
Ainhoa se sentía más segura a su lado, sabía que él la apoyaría siempre.
-Vamos a casa. -Dijo Pablo -Mamá está muy preocupada.
Ainhoa asintió y los dos se metieron en el coche, no tenía tiempo que perder aun que estaba destrozada.
Su tía Julia estaría muy preocupada y no quería hacerle esperar más, ya hacía rato que la noche había llegado a la ciudad.
-¿Como están los niños? -Preguntó Ainhoa a Pablo.
-Bien, nos han preguntado por que no llegabas y les hemos dicho que hoy salías más tarde de trabajar. Ya estarán casi dormidos.
-Mejor, no me gustaría que escuchasen lo que ha pasado. -Dijo Ainhoa muy triste.
-Tranquila, en casa nos lo cuentas sin prisa, ya llegamos, no te preocupes amor.
Ainhoa sonrío por primera vez en todo el día, Pablo la había llamado amor.
Justo entonces el semáforo se puso en rojo y el coche paró, entonces Ainhoa aprovecho para darle un dulce beso a su primo.

Marina volvía de casa de una de sus amigas cuando por la carretera le pareció ver un coche que le resultaba familiar, el coche paró en un semáforo y pudo comprobar de quién se trataba, lo que ella no esperaba era que otra chica estuviera allí besándole. 
Era aquella chica morena con la que le vio en el restaurante, ahora estaba sintiendo más celos incluso que aquél día.
Marina no entendía por qué, nunca había estado celosa de nadie, siempre conseguía a todos los chicos que quería pero desde que Pablo la dejó las cosas habían cambiado en ella.
Era ya bastante tarde pero necesitaba hablar con alguien así que sin dudar llamó a una amiga en la que siempre confiaba. Seguro que Claudia podría quedar.
-¡Hola Marina!
-Hola Claudia, necesito hablar.
-Oye pues estoy en casa de Alex, podrías pasarte.
-No es buena idea que él esté delante, se trata de su hermano. 
Claudia comprendía a su amiga que por lo visto estaba bastante mal.
-Entiendo... ¿Quedamos en el parque entonces? -Propuso Claudia.
-Vale, siento hacer que no estés con tu novio pero te necesito.
-Tranquila Marina, ahora nos vemos.

Claudia colgó y vio como su novio la miraba.
-¿En serio te vas? Es ya de noche y algo tarde. -Objetó Alex.
-Ya pero es que Marina me necesita. No es tan tarde. -Explicó ella sin dar detalles.
-Pero tenemos la casa sola y no lo estamos aprovechando. Además me ha llamado antes mi madre diciendo que hoy quizá no venga a dormir porque a pasado algo con mi tía y sabes que Pablo estará con ella. -Entonces Alex cogió a su novia de la cintura y le susurró al oído.
 -Vamos yo también te necesito. 
-¡Jaja! El sexo no es lo más importante en una relación y últimamente tenemos mucho, así que no mientas en que no aprovechamos que estamos solos. Y ahora me voy. 
-¡Que le voy a hacer, mujeres! -Suspiró Alex.
Los dos rieron y se besaron, después Claudia se marchó al parque dónde encontró a Marina sentada en un banco.
-¡Marina! -Saludó Claudia mientras llegaba al banco y se sentaba. -Tienes mala cara. ¿Qué es lo que te pasa?
-Pues ese es el problema que no se qué me pasa con Pablo. -Dijo Marina.
-Explícate.
-¿Recuerdas lo que pasó en el restaurante? Pues hoy la he visto con ella en su coche, estaban parados en un semáforo... Besándose... 
Claudia se sorprendió más por lo dolida que parecía Marina que por qué Pablo se estuviera besando con esa chica.
-Pero, Marina. ¿Quieres a Pablo? -Le preguntó directamente.
-No... Sí... ¡No lo sé! Pero es que estoy tan celosa. Nunca me había sentido así, es cierto que quería que Pablo me hiciera caso y por eso traté de darle celos pero nunca pensé que me afectaría tanto verle con otra. -Se sinceró.
-Ay Marina, no se que decirte, te equivocaste mucho con él... 
-Bueno, si me quería me habría perdonado. -Dijo Marina molesta.
-No empieces con eso, sabes que no estoy de acuerdo contigo en este tema, no has de ser infiel a tu novio. No seas orgullosa.
-Te he llamado para que me ayudes, no para que me hundas... -Marina estaba enfadada y sacaba su orgullo de nuevo. -Si vas a decirme estas cosas será mejor que me vaya.
-Marina, sabes que yo soy sincera te digo lo que pienso y pienso que eres demasiado orgullosa y piensas poco en los sentimientos de los demás. -Soltó Claudia sin tapujos. 
-¡Pues mira si tan orgullosa soy me voy!
Y así Marina llegó a su casa y se encerró en su habitación sin ni siquiera cenar, no le gustaba enfadarse con Claudia y tenía mucho en lo que pensar.

Pablo y Ainhoa llegaron a casa por fin y  Ainhoa contó lo que había pasado en el hospital entre lágrimas.
-¡Oh dios mío! Ni siquiera sé que decir. 
Julia estaba bloqueada, nunca habría esperado algo así pero es la vida la que nos da sorpresas malas y buenas.
Julia no podía permitir esto, ahora si que estaba completamente decidida.
-Ainhoa hace días estuve pensando algo -Comenzó a hablar Julia -Y me gustaría saber que te parece, pero yo creo que es lo adecuado.
Ainhoa no sabía a lo que su tía se estaba refiriendo y su cara reflejó la pregunta que respondió Julia: 
-Me gustaría que tú y los niños os mudarais a mi casa mientras tú madre está en el hospital.

2 comentarios:

  1. Me alegra que al final te hayas inspirado. Me ha gustado mucho el capítulo. María ya empezaba a asumir que necesitaba ayuda y menuda recaída ha tenido. En fin, espero que continúes con esto; te está quedando muy bien.
    ¡Cuídate, Nerea! :)

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  2. Joder con Maria.... me dan ganas de meterle la botella por donde el sol no le de... ains.
    Y Marina que onda???? ahora que el pobre rehace su vida ella lo quiere? detesto la gente así...
    gran capítulo!! Te has lucido

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